Marzo 26

Transformación: Principios para transformar su vida en un año, un día a la vez.

PROVERBIOS 10:19-20 CONFRONTACIÓN: HABLANDO LA VERDAD EN AMOR

“Cuando quienes han cometido errores o pecados y no desean seguir un proceso de confrontación que conduzca a la restauración de las relaciones, no desean arrepentirse y prefieren continuar en su rebelión, no se puede dar el proceso de confrontación.”

Una confrontación nunca debe incluir insultos, injurias, ofensas, escarnio, agravios, maltratos, mofas, gritos, humillaciones, amenazas, degradaciones, intimidaciones, provocaciones, chantajes, manipulaciones ni violencia. Nunca se deben comunicar mentiras, solo la verdad y en amor.

Pablo escribe: “Entonces ya no seremos inmaduros como los niños. No seremos arrastrados de un lado a otro ni empujados por cualquier corriente de nuevas enseñanzas. No nos dejaremos llevar por personas que intenten engañarnos con mentiras tan hábiles que parezcan la verdad. En cambio, hablaremos la verdad con amor y así creceremos en todo sentido hasta parecernos más y más a Cristo, quien es la cabeza de su cuerpo, que es la iglesia.” (Efesios 4:14-15).

Como hijos de Dios maduros, debemos saber discernir cuando una falta merece nuestra confrontación y cuando debemos pasar por alto una ofensa.

La confrontación al estilo divino es una gran oportunidad de vivir nuestro cristianismo con fundamento bíblico porque los conflictos son parte de la vida y la vida no se detiene por ellos, ni se destruyen las relaciones por la existencia de problemas sino por la negativa o incapacidad de utilizar los recursos divinos para vivir con sabiduría.

La confrontación es la oportunidad que Dios nos da para que las personas en conflicto demuestren su fe y sus valores. Las personas en conflicto tienen la oportunidad de conversar por un corto período de tiempo acerca de las experiencias que han vivido producto de este conflicto. No debe ser una larga discusión, ni deben intentar que todo quede absolutamente aclarado o que la posición de uno gane por sobre la de la otra persona. Es un tiempo de apertura y honestidad y de que se identifiquen las faltas, se arrepienta el ofensor y perdone el ofendido. Lo que se espera es el reconocimiento de la falta y el respectivo arrepentimiento.

Este no es un momento para atacar a las personas, sino simplemente identificar el problema y escuchar con la intención de entender. El proverbista dice: “Hablar demasiado conduce al pecado. Sé prudente y mantén la boca cerrada. Las palabras del justo son como la plata refinada; el corazón del necio no vale nada. Las palabras del justo animan a muchos, pero a los necios los destruye su falta de sentido común.” (Proverbios 10:19-20).

Cada uno debe tomar el tiempo necesario para explicar lo que ha pensado, lo que ha creído, lo que vio, lo que fue informado o lo que supuso. Cada uno debe aceptar con sinceridad y apertura, que la declaración de la otra persona es honesta y sincera, aunque no estén de acuerdo. Deben estar listos para aceptar errores y pecados y listos para perdonar, y solo cuando esto ocurre existirá la posibilidad de restaurar.

La confrontación bíblica siempre nos permite encontrar la solución. A veces, nos permitirá la sanidad y la restauración de la relación afectada por el conflicto, pero a veces, la solución será nuestra separación por qué mantener la relación con quien quiere ser conflictivo y mantener el conflicto, no es saludable y tampoco es bíblico.

Compromiso:

Señor, me comprometo a elegir mis confrontaciones con sabiduría y hablar siempre la verdad en amor.

LECTURAS BÍBLICAS: Proverbios 10:19-20, Efesios 4:14-15

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