Noviembre 14
Transformación: principios para transformar su vida en un año, un día a la vez.
JEREMÍAS 31:29 ESPERANZA PARA LA FAMILIA: CRISTIANOS LIBRES DE MALDICIONES
“El cristiano genuino es un hijo de bendición y no puede ser afectado por ninguna maldición. Toda familia será disfuncional y conflictiva si uno o varios miembros rechazan cumplir con las verdades que por Dios son exigidas. Toda familia vivirá con excelencia si sus miembros son cristianos que deciden vivir en obediencia.”
Muchas personas esperan que una vez que salgan de casa, dejarán atrás sus problemas familiares, las angustias y conflictos que tuvieron en la infancia y que los han dejado marcados en su soltería. Sin embargo, muchos pierden la esperanza cuando descubren que el matrimonio automáticamente no sana los problemas. Los cónyuges que arrastran heridas y problemas emocionales producto de las malas relaciones, pronto se dan cuenta que no se pueden tener familias saludables sin sanar heridas del pasado. Las relaciones disfuncionales se mantienen después de haber dejado el entorno familiar si no se tratan apropiadamente y muchas veces no se pueden corregir sin ayuda profesional. Generalmente los niños que crecen en entornos bíblicos eligen tener relaciones sanas y abiertas. Sin embargo, muchos adultos no tienen esperanza de tener una familia sana porque sus padres no tuvieron la sabiduría para guiarlos y entrenarlos bíblicamente.
Algunos cristianos creen que no serán capaces de formar una familia sana y funcional y tienen miedo de las maldiciones generacionales. Cristo rompe cualquier maldición genealógica pues Dios nos asegura que “las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.” El pecado cometido por los padres, abuelos o bisabuelos pueden haber producido muchas disfunciones, pueden haber arruinado familias durante generaciones y las personas pueden sentirse desesperanzadas y creer que están malditos.
El pueblo de Israel había pecado porque Dios les dijo que los bendeciría si obedecían y los maldeciría si desobedecían. Cuando pensaban que no tenían solución y que sus hijos seguirían siendo malditos, Dios les dice que “El pueblo ya no citará este proverbio: Los padres comieron uvas agrias, pero la boca de sus hijos se frunce por el sabor.” Jeremías dice, sufrirán los que pecan, no los hijos de los que pecan de acuerdo a estas palabras: “Cada persona morirá por sus propios pecados, los que coman las uvas agrias serán los que tengan la boca fruncida.”
También nuestros padres pueden haber hecho un desastre de sus vidas, pero Cristo es el gran rompedor de maldiciones. Pablo dijo: “13 Pero Cristo nos ha rescatado de la maldición dictada en la ley. Cuando fue colgado en la cruz, cargó sobre sí la maldición de nuestras fechorías. Pues está escrito: «Maldito todo el que es colgado en un madero.”
Todo cristiano genuino ha sido redimido, tiene nueva vida y no puede recibir ninguna maldición porque más grande es quien está en nosotros que el que está en el mundo.
Compromiso:
Señor, me comprometo a creer que por ser tu hijo genuino ninguna maldición puede alcanzarme y a vivir confiado que Tú eres mi todopoderoso amigo que me libra de toda maldición de mi poderoso enemigo.
LECTURAS BÍBLICAS: Jeremías 31:29, Gálatas 3:13