Mayo 11
Transformación: principios para transformar su vida en un año, un día a la vez.
Cuadragésima cuarta semana: principios de esperanza.
2 CORINTIOS 11:1-3 UNA MADRE QUE SE RELACIONA ÍNTIMAMENTE CON DIOS
“La madre que cumple el diseño divino entrega principios, da el ejemplo y crea esperanza de éxito en sus hijos porque se relaciona con Dios íntimamente y determina vivir bíblicamente.”
Dios desea ser íntimo con nosotros y demanda que seamos íntimos con Él porque solamente quienes tienen intimidad espiritual tienen también la sensibilidad para no hacer lo que a Dios le desagrada y se esfuerzan para hacer lo que a Dios le agrada y exige. Los hijos viven observando el comportamiento de sus padres y muchos aprenden más de la conducta de sus padres que de las órdenes que les entregan.
Debido a que Dios debe ser la persona más importante de nuestra vida, tenemos el deber de relacionarnos con Él de la forma que en la Biblia se nos revela. No podemos vivir una vida de santidad si no tenemos con nuestros Dios la debida intimidad. Somos íntimos con Dios cuando lo tomamos en serio, lo amamos, lo respetamos, le adoramos y luchamos por cumplir con alegría su voluntad. Dios desea tener intimidad y la tenemos cuando llegamos a respetarle tanto que a nosotros nos duele cuando le fallamos y nosotros nos alegramos cuando acertamos. Debido a nuestra cercanía, anhelamos agradarle y mientras más le agradamos más llegamos a pensar como Él y más íntimo somos.
Si creemos que Dios existe y que es soberano, si creemos que Él desea tener injerencia en todas las áreas de nuestra vida, también debemos creer que Dios desea que las madres tengan cercanía con Él para comprender su voluntad y cumplirla. Solo siendo íntimos con Dios, amándole con todo nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas y con toda nuestra alma, como Él demanda, desarrollamos ese temor bíblico que nos permite desear ser hijos obedientes de Dios.
La labor maternal no sólo incluye la relación física o emocional con sus hijos sino también una relación espiritual con ellos y su vida de oración, de adoración e intimidad con el todopoderoso debe ser enseñada a sus hijos y practicada con ellos. La madre que se relaciona con Dios como Él exige, que tiene intimidad con Dios, que hace su mejor esfuerzo por conocer la voluntad de Dios, que lucha por vivir la fe que tiene y ser lo que Dios le exige es un ejemplo de espiritualidad que sus hijos podrán imitar. Para cumplir esta misión divina no sólo se necesita preparación, dedicación y esfuerzos humanos sino también el poder, la guía y los principios divinos. Con la ayuda de Dios, la guía de Espíritu Santo y el conocimiento y aplicación de la Palabra de Dios, la madre cumplirá con el diseñó divino y entregará tan sabios principios a sus hijos que ellos sí tendrán la esperanza de vivir bíblicamente.
Compromiso:
Señor, prometo hacer mi mejor esfuerzo para relacionarme contigo con la intimidad que Tú demandas y que yo tanto necesito para convertirme en ejemplo de los que me rodean.
LECTURAS BÍBLICAS: 2 Corintios 11:1-3, Santiago 4:8-10