Marzo 6

Transformación: Principios para transformar su vida en un año, un día a la vez.

Trigésima quinta semana: Resoluciones bíblicas de discípulos obedientes.

HEBREOS 12:1-2 SEÑOR: RESUELVO CORRER MI CARRERA MIRANDO AL SALVADOR

“Dejar de enfocar en Dios y sus principios automáticamente nos mueve a enfocar en cualquier otra filosofía de pensamiento. Dios ordena que mantengamos nuestra mirada fija en el autor y consumador de nuestra fe.”

Existen tentaciones, llamativas filosofías de pensamiento que apelan a nuestras pasiones y son encantadoras para nuestra naturaleza pecaminosa, pero Dios nos ordena que no perdamos en ningún momento la vida de su ejemplo, verdades y mandamientos.

Este es otro deber de quienes desean vivir exitosamente:

Quienes quieren vivir la vida de éxito y legado que Dios demanda que vivamos debemos evitar todo descuido y mantener nuestro enfoque en nuestro Señor y Salvador.

Cuando uno maneja en las súper carreteras de los Estados Unidos vive una experiencia muy reveladora. Hay momentos en que las cinco pistas van ocupadas y miles de carros en la carretera. De pronto uno comienza a notar que el tráfico lentamente comienza a disminuir hasta el punto en que todos los automóviles se detienen. Esto a veces ocurre porque existe algún accidente y la policía ha detenido el tráfico y eso significa una larga espera hasta que remuevan el peligro. Pero a veces llegamos a un punto muerto y no hay absolutamente nada que hay detenido el tráfico. Todos tenemos que ir parando y luego uno a uno vamos avanzando. A veces es un accidente en el otro lado de la carretera o un incendio a muchas cuadras de distancia. El pequeño vistazo rápido que dio un conductor le hizo reducir la velocidad y así sucesivamente todos miran, todos disminuyen la velocidad y ese pequeño vistazo, terminó deteniendo el tráfico. Lo mismo ocurre en la vida cristiana. Muchas veces no son los grandes pecados los que nos van deteniendo pues cuando los cometemos nos detienen completamente o nos afectan inmediatamente. Pero muchas veces lo que va disminuyendo nuestra velocidad son las pequeñas miradas al mundo, un pequeño vistazo al materialismo, pequeños vistazos al humanismo, a la vida sexual indecente y comenzamos a apartarnos de nuestra intimidad con Dios y de la santidad que Dios exige de nosotros.

Nuestro deber es correr siempre mirando al autor y consumador de nuestra fe. Cuando vivimos la vida cristiana mirando su ejemplo e imitándolo, mirando su palabra y sus mandamientos, mirando su soberanía y su justicia, mirando que Él es omnisciente, omnipotente y omnipresente, entonces nada puede perturbar nuestra carrera y la corremos de acuerdo con sus reglas. Con los ojos puestos en Jesucristo pasamos por valles, desiertos, enfermedades, accidentes y nunca perdemos de vista sus principios. Amamos que Dios nos guie, amamos la guía de su Palabra. Eso precisamente es la orden divina: “Como bebés recién nacidos, deseen con ganas la leche espiritual pura para que crezcan a una experiencia plena de la salvación. Pidan a gritos ese alimento nutritivo ahora que han probado la bondad del Señor.”

Compromiso:

Señor, me comprometo a desear tu palabra como el niño recién nacido anhela el alimento nutritivo y poner mis ojos en tu ejemplo y tus mandamientos y no sacar mi mirada de ti pese a mis sentimientos.

LECTURAS BÍBLICAS: 1 Pedro 2:2, Hebreos 12:1-2

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