Octubre 26
Transformación: principios para transformar su vida en un año, un día a la vez.
Décimo sexta semana: la familia, institución divina para la formación de los hijos.
COLOSENSES 3:12-17 EL DEBER DE PREPARARLOS PARA QUE SE RELACIONEN PARA LA GLORIA DE DIOS
“Es deber de los padres enseñar a sus hijos a relacionarse para la gloria de Dios. Es deber de los hijos que aman a Dios y quieren disfrutar de sus bendiciones que todo lo que hagan en sus relaciones interpersonales, sea de palabra o con sus acciones, provoque alegría al Dios que evalúa su comportamiento en todas sus relaciones.”
Vivir para la gloria de Dios debería sería muy natural para los cristianos si no tuviéramos una naturaleza pecaminosa, pero la mayoría en la práctica no sabe cómo hacerlo porque muchos cristianos no entienden lo que realmente significa. Dios ordena: “Todo lo que hacéis, sea de palabra o de obra, hacedlo para la gloria de Dios.”
Vivir para la gloria de algo o de alguien es ser un buen testimonio de la persona que uno representa; es cuidar la reputación de esa persona lo que resulta en el agrado, la aprobación de esa persona. Todos vivimos para la gloria de algo o de alguien. Quien determina vivir para la gloria del Dios que le salvó, practica los principios que le permiten vivir la vida diseñada por el Creador que lo diseñó.
Vivir para la gloria de Dios no solamente beneficia a quien lo practica, sino también a los que lo rodean. Una persona que vive para la gloria de Dios disfrutará y realizada, es decir, experimentará felicidad. La persona mantendrá relaciones saludables pues evitará hacer daño a otra persona, y no permitirá que le hagan daño pues quiere agradar al Dios que nos creó para amar y ser amados.
Quien verdaderamente ama a Dios y anhela cumplir la voluntad de Él, anhelará alegrar el corazón de Dios. La persona se sentirá contenta cuando practica lo que alegra a Dios y cuando falla y peca se sentirá triste porque practicó algo que entristece a Dios. Esa relación sana con Dios no es una conexión religiosa o espiritualizada. Es una relación genuina, cercana, amorosa que le motiva a la persona a vivir en santidad.
Lo más importante en todo este proceso de relacionarse con alguien del sexo opuesto no es cómo acomodar nuestra creencia en Dios a nuestras relaciones amorosas, sino acomodar nuestras relaciones amorosas a los principios y valores divinos.
Compromiso:
Señor, me comprometo a hacer todo mi esfuerzo por vivir una vida que traiga gloria al Dios que me salvó y que enseñaré a mis hijos a desarrollar relaciones que hagan que Dios se sienta orgulloso de mí.
LECTURA BÍBLICA: Colosenses 3:12-17