Su cuerpo su elección, el bebé no es su cuerpo.
“El aborto es un pecado, pero no es un pecado imperdonable. Por lo tanto, no por ser perdonable intente practicarlo, más bien porque es un pecado evite cometerlo.”
Mi cuerpo, mi elección es un eslogan feminista muy utilizado, y la mayoría de las veces para defender lo que es lógico, la autonomía corporal y la también para defender lo que es ilógico, el aborto. La autonomía corporal se define como el derecho a tomar decisiones sobre su propio cuerpo, vida y futuro, sin coerción ni violencia. Eso es correcto, cada persona es mayordoma de su cuerpo y así la Biblia lo enseña.
Otro dicho repetido por las feministas es que los hombres no deben tomar decisiones sobre el cuerpo de una mujer. Y eso también es correcto y bíblico. Pero generalmente cuando dicen “Mi cuerpo, mi elección”, se están refiriendo a que un bebé en el vientre de su madre es parte del cuerpo de la madre y ella puede decidir lo que hará con él.
Biológicamente hay dos cuerpos involucrados, aunque ellos digan que el cigoto/embrión/feto es una parte biológica del cuerpo de la madre. En cualquier etapa el bebé tiene un ADN diferente, posiblemente un sexo o tipo de sangre diferente y cumplen con todos los criterios que dicen que es un organismo distinto. Un niño en gestación no es lo mismo que un órgano corporal real, como el hígado, es un grupo especializado de tejido que cumple una función para el cuerpo de la madre y no puede actuar sin instrucción del cerebro de ella. Un bebé, desde el momento de la concepción, es autodirigido; el bebé sigue su proceso independientemente porque Dios puso un ADN que registra todo lo que esa persona será.
Todos tenemos una opinión si se debe o no permitir el aborto y este asunto, como otros, no se resolverá por sí solo. Los cristianos debemos apoyar y votar a favor de todas las leyes y candidatos que estén en contra de lo que destruye la dignidad y el derecho a vivir dignamente de las personas. Nuestra lucha no incluye ataques violentos a las clínicas y médicos que practican el aborto, no debemos practicar la violencia con quienes la practican; pero tampoco tenemos el derecho de cruzarnos de brazos y no impedir que se legisle a favor de la muerte.
Mi propósito en este comentario es:
Primero, crear conciencia de lo crudo de los hechos y la terrible realidad. Cada años se realizan unos 25 Millones de abortos en el mundo porque la madre lo considera inconveniente, un estorbo en su carrera, o para tratar de esconder un embarazo accidental y no deseado y otras razones.
Segundo, deseo desanimar a quienes enfrentan la decisión de realizar un aborto. Las mujeres pobres, las señoritas que tuvieron relaciones sexuales a escondidas, las mujeres liberales y muchas otras que se encuentran en una situación infeliz serán tentadas y aun presionadas a resolver el dilema destruyendo la vida de un niño que se desarrolla en el vientre materno. Se puede quitar a un niño del vientre y echarlo en un tarro de basura, pero no podrá botar a la basura sus pensamientos de culpabilidad y las emociones de la maternidad.
Tercero, deseo animar y ofrecer consolación y restauración. Dios nos ama pese a nuestros pecados y todos los que se arrepienten y quieren realizar un serio cambio, por Dios serán perdonados, consolados y restaurados.
A quienes, por ignorancia, error, presión o por cualquier causa ya lo realizaron y sufren las consecuencias quiero que sepan que pueden sanar sus heridas, aunque no es una operación sencilla ni existe cura fácil, pero para Dios no hay nada imposible.
Dios está dispuesto a perdonar a todos los que han cometido este y otros pecados. El aborto no es un pecado imperdonable, pero no lo cometa porque recibirá perdón, más bien, porque es pecado evítelo para vivir con paz en su corazón.