Junio 21
Transformación: principios para transformar su vida en un año, un día a la vez.
2 CORINTIOS 13: 5-8 VIVA LA VERDAD Y COMPÁRTALA GENUINAMENTE
“La mejor forma de evangelización es mostrar con nuestras palabras, acciones y actitudes transformadas, la transformación que por Dios ha sido realizada. El joven cristiano debe vivir la verdad y no solo hablar de ella.”
Debemos vivir en toda área de nuestra vida la verdad bíblica que amamos. Nuestras palabras, actitudes y acciones deben estar bíblicamente fundamentada con el propósito de dar un testimonio real y respetuoso, sea aceptado o no.
El Evangelio es el mejor antídoto que tenemos para combatir la turbulencia cultural actual y el odio por la verdad. En muchos sentidos, a medida que la cultura y aun la religión popular se aleja cada vez más de la verdad bíblica, el Evangelio nos da la oportunidad de cumplir su papel profético, por lo menos en nuestras congregaciones y familias.
Nosotros debemos comportarnos como los profetas en medio de las naciones paganas y sirviendo al pueblo de Dios. El papel de un profeta es ayudar a la gente a conocer la verdad que conoce y vive genuinamente. El Evangelio es el único encargado de transmitir toda esperanza real, aunque no sea aceptado. Nuestra obligación no es convencer con el evangelio sino vivirlo y predicarlo.
Recuerde que un profeta rara vez fue comprendido, rara vez aceptado y, a menudo, rechazado por su propia generación. Jeremías fue exiliado. Juan el Bautista fue decapitado y profetas modernos como Deitrich Bonnhoefer fue ejecutado solo dos semanas antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial.
El Evangelio es la verdad y debemos proclamarlo con amor. El evangelio nos llama a morir a nosotros mismos para que se vea la verdad. Valora a todas las personas y las respeta, pero nunca vende sus convicciones.
La iglesia debe instruir a sus miembros, pues si no entrega la verdad en medio de todas las ideologías y teorías que el mundo está entregando, los cristianos quedan en la ignorancia con una fe elemental y sin poder conocer y practicar su moral. Si no predicamos la verdad, aunque duela, los miembros a quienes enseñamos y aun nosotros, nos alejaremos de la única verdad que nos salvará. El Evangelio nos llama a compartir algo más grande que nosotros mismos, es decir, la verdad infalible, por encima de nosotros mismos y nuestras ideas falibles.
La verdad del evangelio es poder de Dios para salvación y la verdad de Dios es mucho más poderosa que todas las mentiras del diablo. Nuestro deber es solo vivir la verdad aunque todos se desvíen y nuestro deber es dar testimonio de la verdad al que lo demande. Pablo dice: “Pues no podemos oponernos a la verdad, mas bien siempre debemos defender la verdad. (2 Corintios 13.8).
Y el apóstol Pedro nos ordena estar “siempre preparados para dar una explicación; 16 pero háganlo con humildad y respeto.” (1 Pedro 3:13-17)
El Señor nunca prometió que siempre aceptarían nuestro mensaje y amarían nuestro estilo de vida, mas bien enseñó que seriamos despreciados aun por nuestros familiares. Tampoco nos prometió que todos los que escuchen el mensaje del evangelio se convertirían, pero a la vez Jesús nos ha revelado que Él eligió cambiar, no a todo el mundo, sino a quienes han de ser salvos. Dios no ha cambiado ni nosotros debemos cambiar la sencilla estrategia de ser sal y luz, no discutidores, peleoneros, impositivos, irrespetuosos ni atemorizados de compartir su fe cuando es solicitado.
Compromiso:
Señor, me comprometo a luchar por cada día conocer más de la verdad, vivirla y compartirla astuta y sabiamente.
LECTURAS BÍBLICAS: 2 Corintios 13: 5-8, 1 Pedro 3:13-17