Febrero 20
Transformación: principios para transformar su vida en un año, un día a la vez.
PROVERBIOS 3:5-6 SEÑOR: RESUELVO APRENDER A CONFIAR EN DIOS Y NO EN MI PROPIO ENTENDIMIENTO
“Nos esperan errores y sufrimientos cuando en vez de confiar en Dios, es decir, de obedecer sus principios y sus mandamientos elegimos seguir lo que dicta nuestro propio entendimiento.”
La orden divina es “Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. 6 Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar. 7 No te dejes impresionar por tu propia sabiduría. En cambio, teme al Señor y aléjate del mal.” (Proverbios 3:5-6)
Definitivamente nuestro problema para conocer con claridad la voluntad de Dios no es un problema divino sino nuestra falla al no saber descubrir su voluntad o entender solo algo de ella y luego mezclarla con nuestra voluntad. Nuestra batalla permanente es si hacemos la voluntad de Dios o seguimos nuestras ideas humanas y Dios es enfático en entregar estas tres órdenes:
La primera orden es “Confía en el Señor con todo tu corazón y no dependas de tu propio entendimiento…”
Esto no es sencillo porque la voluntad de Dios para nosotros no siempre es agradable y por ello tendemos a hacer lo que entendemos de la voluntad de Dios, pero no lo que realmente es la voluntad de Dios, porque ésta no se puede conocer leyendo la Biblia y aventurando una interpretación. Confiar en Dios es creer que lo que Él dice es verdad y actuar en conformidad a esa verdad. La gente dice que confía en Dios, pero no siempre hace lo que Dios dice. El peligro es que, en vez de confiar en Dios, su sabiduría y su ciencia, confiemos en nuestra propia prudencia.
La segunda orden es: “Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar…”
Debemos buscar la voluntad del Señor en todo lo que emprendemos, en todo lo que queremos decidir. Cuando buscamos su voluntad confiamos en que Él conoce lo que debemos hacer y reconocemos que Él tiene la fuerza, la sabiduría, que Él está encargado del asunto y sabe como resolverlo.
La tercera orden es: “No te dejes impresionar por tu propia sabiduría. En cambio, teme al Señor y aléjate del mal.”
Tendemos a impresionarnos cuando se nos ocurre una idea brillante. Cuando estamos tomando decisiones y sentimos que hemos sido iluminados o vemos algo muy conveniente sobre lo que debemos decidir, generalmente no queremos asegurarnos si realmente es la voluntad de Dios la brillante idea que se nos ocurrió. Por extraordinarias, lógicas, impresionantes, excelentes que nos parezcan nuestras ideas, nuestro deber es asegurarnos si son impresionantes para Dios.
En vez de confiar en nuestra inteligencia Dios dice que antes de decidir, temamos a Dios y nos alejemos de todo lo malo que quiera influenciarnos y obstaculizar el cumplimiento de su voluntad. El temor a Dios es el resultado de nuestra intimidad con Él. Cuando somos íntimos le amamos tanto que no queremos hacer nada que le duela a Dios y queremos hacer todo lo que le alegra a Él.
Compromiso:
Señor, resuelvo aprender a confiar totalmente en que lo que ordenas siempre es lo mejor y lucharé por preferir tu voluntad, aunque vaya en contra de la mía.
LECTURA BÍBLICA: Proverbios 3:5-6