Noviembre 7

Transformación: Principios para transformar su vida en un año, un día a la vez.

GÁLATAS 5:19-21   LOS LÍDERES Y EL ABUSO EN LA FAMILIA

“Los líderes y miembros de congregaciones y familias cristianas, cuando somos víctimas o testigos de la violencia intrafamiliar no tenemos la opción de denunciar sino, la obligación de hacerlo formalmente a las autoridades competentes.”

Tristemente no todos los líderes de las congregaciones tienen interés o son competentes para recibir denuncias y darles un trato bíblico y profesional. Enfrentar la violencia demanda que los líderes se preparen para identificar a ese terrible flagelo. Deben prepararse para que conozcan la impresionante y destructiva realidad y para saber enfrentarla en forma bíblica y práctica. Además, tienen la obligación de preparar a todo el liderazgo mediante la instrucción sistemática para que toda la congregación sepa cual es el proceso que debe seguir para juntos enfrentar todo tipo de abuso y violencia.

La violencia, el abuso, el maltrato, las intimidaciones, las amenazas, las ridiculizaciones, los insultos, etc. nunca deben ser parte de un hogar cristiano y quienes los experimentan deben tener la libertad de denunciarlo a las autoridades de las congregaciones y éstas deben tener un sistema que permita confrontar el problema hasta que tenga solución.

Nadie puede negar que existe violencia en ciertas familias cristianas, pero no todos entienden la extensión de su alcance ni la devastación que provoca en el presente y en el futuro de las víctimas y sus familias. Las heridas, los traumas, los estados depresivos y el sufrimiento que provocan esos comportamientos no pueden ser medidas, pero son graves y destructivos.

Nosotros como familia y ministerio, por muchos años hemos asumido la responsabilidad de tener “Pasión por Dios y compasión por las familias.”  Hemos sido proactivos. Como pastor no solo he atendido a cientos de personas y les he guiado para terminar con el abuso en sus hogares y también, ante la negativa de los abusadores de terminar con el abuso de quienes eran miembros de nuestra congregación, he denunciado a las autoridades y han tenido que sufrir las consecuencias de su rebelión. Hemos sido reactivos para ayudar a quienes sufren maltrato y violencia en sus hogares y proactivos escribiendo libros, dando conferencias y enseñando cursos para prevenir y enfrentar este terrible flagelo que nunca debe ser parte de un hogar cristiano.

Nuestro deber como líderes es conocer, interpretar, vivir, enseñar los principios bíblicos y aconsejar bíblicamente en todas las áreas de la vida familiar. Nuestro deber es enseñar la moralidad cristiana y exigir la práctica de todos los miembros, especialmente de los líderes. Nuestra obligación es “perfeccionar a los santos” para que sepan como vivir la vida cristiana, nuestro deber es darles las herramientas bíblica y discipularlos para que se conviertan en personas maduras que están “preparados para toda buena obra” incluyendo el buen obrar dentro de la familia.

Los cristianos sean niños o adultos tienen el deber de denunciar todo abuso y violencia a las autoridades de la iglesia y estos no solo deben entregar instrucciones bíblicas sino entrenar a todos los líderes para que en unidad sepan cuál es el procedimiento a seguir cuando la violencia ingrese al hogar cristiano donde nunca debe ser bien recibida.

Compromiso,

Señor, me comprometo a denunciar comunicando a las autoridades de la iglesia, todo acto de abuso, maltrato y violencia.

LECTURA BÍBLICA: Gálatas 5:19-21

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