Ni ballenas de monopolio ni papá estado.

“Mientras más grande es el gobierno y más monopolio les permiten a las grandes empresas, más se destruye a la clase media, existe mayor corrupción y aumenta la pobreza y la destrucción.”  

Los grandes monopolios son malos porque controlan el mercado en el que se hacen negocios, lo que significa que no tienen competidores y entonces los consumidores no tienen más remedio que comprarle a la empresa que ha monopolizado el mercado de sus productos. El monopolio les permite subir los precios, o bajar la calidad de sus productos o servicios y por eso crean más que terribles consecuencias económicas.  

Muchas empresas grandes y económicamente poderosas también tienen una influencia política considerable, que les permite controlar a las autoridades para que creen regulaciones que compliquen la vida a las otras empresas o a pequeñas empresas. Las grandes corporaciones son los magos y malabaristas del juego político. Tienen el dinero para pagar a cabilderos, abogados y políticos para obtener lo que necesitan. Y, a su vez, el gobierno obtiene lo que más le conviene de las grandes empresas: cooperación, cumplimiento y contribuciones para sus campañas políticas. Las grandes empresas no son un problema y tienen derecho a ganar todo lo que puedan por sus propios méritos y con sana competencia, pero son un gran problema cuando los empresarios y el gobierno son corruptos.  Los monopolios “las ballenas capitalistas” que se tragan a los más pequeños, permiten el enriquecimiento de unos pocos y así, aumenta la posibilidad de corrupción de los empresarios y los políticos, y quienes sufren son las personas de clase media, el pequeño empresario y los pobres. 

El otro lado de la moneda es el “papá estado”, el “estado pulpo.” Ronald Reagan era un fuerte partidario de la idea de que el gobierno federal tenía demasiado poder e influencia y era contrario a que las instituciones de gobierno tengan poder en casi todos los aspectos de la vida diaria de los ciudadanos.  Reagan dijo las personas tienen terror cuando alguien les dice: “Vengo de parte del gobierno y estoy aquí para ayudarle.” 

En su discurso inaugural 20 de enero de 1981 dijo “En esta crisis actual, el gobierno no es la solución a nuestro problema; el gobierno es el problema. De vez en cuando hemos tenido la tentación de creer que la sociedad se ha vuelto demasiado compleja para ser manejada por el autogobierno, que el gobierno de un grupo de élite es superior al gobierno para, por y del pueblo. Bueno, si ninguno de nosotros es capaz de gobernarse a sí mismo, ¿quién de nosotros tiene la capacidad de gobernar a alguien más?” 

El problema es que los izquierdistas no creen que exista maldad ni pecado, y que nacemos buenos y que tienen la capacidad de manejarnos a nosotros. Un empresario no se roba a sí mismo en su empresa y establece todos los medios de control para que sus empleados no le roben. Pero cuando los ferrocarriles, los autobuses, las navieras, las minas, la salud o la educación son controladas por hombres pecadores que no se robarían a sí mismos, pero si al gran papá estado, entonces hay miles de personas que tienen la tentación de la corrupción. Mientras más grande es el gobierno y más personas utilizan para administrar recursos, que no son de ellos, más oportunidades tienen para saciar su corrupción. El escritor Dennis Prager escribió que mientras más grande es el estado, más pequeño es el ciudadano y concluyó: “Todo se vuelve más pequeño a medida que el gobierno se hace más grande. La libertad se vuelve más pequeña, la individualidad se vuelve más pequeña,”   

Recuerde que todo lo que toca un gobierno marxista, lo daña. Tocan la economía y la dañan, han tocado la educación y la sexualidad y todo lo han dañado. Tienen la varita mágica de la destrucción porque odian a Dios, no creen en el pecado y odian la religión. 

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