Marzo 14

Transformación: principios para transformar su vida en un año, un día a la vez.

Trigésima sexta semana: De la discordia a la concordia, cómo aplicar la gracia para enfrentar los conflictos naturales de las relaciones interpersonales.

MIQUEAS 6:6-8 DANDO GLORIA A DIOS, AUN EN LOS CONFLICTOS

“Glorifican a Dios en medio de los conflictos quienes para enfrentarlos y pasar por ellos conocen lo que Dios ordena y aplican los principios bíblicos para actuar como Él manda.”

Todos debemos vivir vidas comprometidas con la santidad y desarrollar relaciones sanas donde no existan actos de irrespeto y maldad. Los demás pueden elegir relacionarse así, pero nosotros tenemos la obligación de hacer lo correcto, hablar bien, elegir buenas actitudes, saber confrontar problemas, saber pedir perdón siempre, perdonar siempre, aunque no nos pidan perdón, restaurar relaciones cada vez que sea posible, y alejarnos cuando los conflictivos no quieren dejar de hacer lo malo y hacen las relaciones imposibles.

La Biblia nos declara lo que es bueno, lo que es agradable y lo que trae honra a Dios. Aunque los tiempos han cambiado, nuestro Dios no cambia y el mismo consejo entregado a su pueblo en el Antiguo Testamento, es el consejo para nosotros. Dios no se agrada de nuestra religiosidad, se agrada de nuestra santidad. ¿Con que podemos presentarnos delante del Señor para darle la gloria que merece? ¿Debemos llevarle holocaustos, canciones, oraciones, sacrificios? ¿Se agradará el Señor de las cosas materiales que le ofrezca o del sacrificio de mis pertenencias mas íntimas? La respuesta es, "NO". Dios ha declarado lo que es bueno y es: "Solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios" (Miqueas 6:6-8).

Esas características deben tener nuestras relaciones interpersonales. Actuar con justicia y confrontar problemas en base a las leyes divinas.  Extender nuestra misericordia con quienes han fallado y siempre humillarnos, someternos a las ordenes, principios y mandamientos divinos.

Lamentablemente muchos se han equivocado pensando que pueden honrar a Dios en los momentos de comodidad y cuando todo marcha bien, u honrarle con canciones y palabras de alabanza y no han entendido que los conflictos nos proveen de una oportunidad para glorificar a Dios. Glorificar a Dios no es solamente orar en medio del conflicto o después de este. No es simplemente repetir frases como éstas: "te doy la gloria Señor por todo lo que me has permitido pasar", "Te glorifico Señor por este problema", etc.

No se si alguna vez usted ha oído la frase: "Este muchacho es la deshonra de la familia". Al escuchar una declaración como esta no pensamos que el hijo está siendo acusado de no cantarle o alabar a sus padres. La acusación es que con sus palabras, actitudes y conducta atacan la familia, deshonran, ponen en vergüenza a la familia. Ese muchacho es una honra para la familia cuando además de expresar su respeto y amor, vive conforme a los valores familiares que esa familia ha adoptado. Dar gloria a Dios por lo tanto no significa solamente cantarle de su gloria, expresarle verbalmente nuestro deseo de glorificarle, sino que en cualquier circunstancia en que nos encontremos actuemos como Dios espera. Dios demanda que lo glorifiquemos en toda circunstancia, porque es precisamente en medio de los conflictos cuando demostramos cuanto amamos, cuanto confiamos en Dios, cuan real es Dios y cuan dispuestos estamos a obedecer sus mandatos por sobre nuestros deseos.

Compromiso:

Señor, me comprometo a que en mis conflictos evitaré todo lo que traiga vergüenza a tu nombre y luchar por hacer todo lo que te entregue la gloria que sólo Tú mereces.

LECTURAS BÍBLICAS: Miqueas 6:6-8, 1 Corintios 10:23-31

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