Febrero 1

Transformación: principios para transformar su vida en un año, un día a la vez.

Trigésima semana: resoluciones bíblicas de discípulos obedientes.

1 CRÓNICAS 4:9-10   SEÑOR: RESUELVO EVALUAR LAS CAPACIDADES QUE DIOS ME DIO

“No todos podemos hacer todo lo que quisiéramos pese a las grandes ambiciones que tengamos. Después de determinar bien para qué Dios nos hizo capaces y conocer que dones y talentos nos dio para cumplir con nuestra misión, debemos perseguirla con sabia ambición.”

Una de las fuerzas que mueven al éxito es la ambición por alcanzar algo mayor que lo que tenemos, pero no conseguimos nada solo ambicionando o ambicionando sin fundamento en la ética bíblica y los planes divinos. La ambición es definida como el deseo intenso y vehemente de conseguir una cosa difícil de lograr, especialmente riqueza, poder o fama. Todos tenemos ambiciones, pero cuando se trata del éxito, la abundancia, la prosperidad, el poder dentro del Reino de Dios, la forma de proceder para lograrlo y disfrutarlo es diferente, porque las reglas del éxito deben ser diferentes en la mente de los paganos y la mente de los cristianos. La Biblia nos advierte: “los que viven con la ambición de hacerse ricos caen en tentación y quedan atrapados por muchos deseos necios y dañinos que los hunden en la ruina y la destrucción.”

Otra actitud errónea que debemos corregir es la siguiente:

-Segundo: Es erróneo esforzarse en conseguir las ambiciones que tiene sin evaluar si tiene los dones, talentos para poder lograrlas.

Las personas son promovidas cuando exceden sus propios niveles de competencia nunca cuando demuestran gran ambición o incompetencia. La ambición ciega y descontrolada lleva a metas destructivas pues pueden movernos a querer lograr metas a como de lugar.

La ambición correcta nos asegura la dosis de energía y coraje para concretar los deseos, planes o aspiraciones. Dios nos dice que: “la verdadera sumisión a Dios es una gran riqueza en sí misma cuando uno está contento con lo que tiene.” Pero eso no significa que no podamos tener ambición sana de conseguir más y seguir contentos con lo que mas tenemos.

Tenemos una ambición saludable y positiva cuando tenemos buenas intenciones, buenos objetivos y tenemos la pasión por conseguirlos dentro de los límites del respeto y la integridad.

Debemos calificar nuestro desempeño en el cumplimiento de las tareas e involucramientos. Los necios creen que están preparados para todo, los sabios evalúan sus capacidades para saber para que están preparados.

Nuestra capacidad es el capital humano que Dios nos dio e incluye habilidades, dones, talentos, cociente intelectual, inclinaciones, etc.  Nuestro deber es conocernos para no intentar aquello para lo cual no hemos sido creados. Antes de realizar nuevas tareas e involucramientos debemos evaluar los recursos financieros o materiales que poseemos. Por ejemplo, los sabios cuando quieren comprar evalúan su capacidad de pago, cuando quieren estudiar evalúan su condición intelectual, su tiempo, el dinero que pueden invertir, etc.

Nuestras ambiciones deben ser controladas por la moral bíblica y ser proporcionales a nuestra capacidad.  Quienes enfrentan la vida con sabiduría se esfuerzan por aumentar su capacidad y ambicionan mejores cosas basados en los dones y talentos que realmente tienen.

Compromiso:

Señor, prometo vivir sumiso a Ti, evaluar bien las capacidades que Tú me has dado y seguir ambicionando sabiamente el éxito desarrollando con sabiduría mis competencias.

LECTURA BÍBLICA: 1 Crónicas 4:9-10; 1 Timoteo 6:6-10

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