Julio 23
Transformación: principios para transformar su vida en un año, un día a la vez.
Tercera semana: usted y la vida piadosa.
2 CORINTIOS 11:1-3 LA INTIMIDAD CON DIOS: fundamento esencial de una vida de piedad personal.
“Dios siempre está dispuesto a ser íntimo con nosotros. Nosotros tenemos problemas para ser íntimos con Él. Quien no tiene temor a Dios no tiene la intimidad que necesita y sin intimidad no puede vivir con la piedad que Dios exige.”
Pablo tenía temor que sus discípulos perdieran la intimidad con Dios y les escribe: “Espero que toleren un poco más de mis «tonterías». Por favor, ténganme paciencia; pues los celo, con el celo de Dios mismo. Los prometí como una novia pura a su único esposo: Cristo. Pero temo que, de alguna manera, su pura y completa devoción a Cristo se corrompa, tal como Eva fue engañada por la astucia de la serpiente.” (2 Corintios 11:1-3)
Le amo y tengo el mismo temor por usted. No quiero que su devoción se corrompa o permanezca corrompida sin que usted lo note.
La religiosidad, la superficialidad y el vacío espiritual son las marcas de nuestro tiempo y muchos cristianos no tienen intimidad con Dios porque no tienen temor a Dios. No tiene temor a Dios quien canta, ora, adora y sirve con alegría en el templo, pero cuando no están sus pastores, los padres o sus cónyuges, maltratan, son violentos, ven pornografía o eligen la inmoralidad. No tienen temor ni son íntimos con Él porque Dios está en todo lugar, incluso cuando estamos solos. Si cuando estamos solos cometemos pecados que ocultamos frente a otra autoridad, en realidad no tenemos temor a Dios la máxima autoridad que siempre está presente, y por ende, vivimos religiosamente.
Quien ama a Dios no es hipócrita pues solo o acompañado no elige la pecaminosidad. La intimidad con Dios es un ejercicio indispensable que deben realizar quienes desean vivir piadosamente. Somos íntimos cuando tenemos una relación de amor genuino, reservada, y entrañable con Dios. Somos íntimos cuando conocemos quien es, como obra y cuando le amamos tanto que nosotros nos entristecemos cuando hacemos algo que a Él le entristece y cuando nosotros nos alegramos cuando hacemos algo que a Él le alegra.
Si es verdad, prometa al Señor lo siguiente:
“Señor, prometo luchar con todas mis fuerzas darte prioridad para que nada me impida acercarme a ti y tener la intimidad que demandas y que tanto necesito.”